Mariposas, tesoros alados de Cuba

Por Por: Betty Hernández

La Habana (PL) Podría decirse que las mariposas son los insectos favoritos de los humanos, y en todas las culturas del mundo han sido inspiración para el arte y la narrativa.
Éstas son admiradas por su belleza y poder de transformación, y además, se les considera  un símbolo espiritual, al cual se asocian diferentes significados.
A lo largo de la historia, las mariposas han sido símbolos no sólo de transformación y pureza, sino también de muerte y pecado.
A los griegos les cautivaba esa noción e identificaban a estos insectos  con la esencia de nuestro ser, por lo que a menudo las utilizaban para representar a Psique, la divinidad que personificaba al alma.
En América, una antigua leyenda dice: «cuando quieras desear felicidad y convertir tus deseos en realidad, susurra a una mariposa tu petición y entrégale su libertad, agradecida con tu deseo volará y la alegría y el amor te llegarán».
Los mayas creían que eran las almas de guerreros caídos en combate que regresaban para auxiliar a su pueblo o desgraciar al enemigo.
Los aztecas, que eran almas de mujeres que morían en el parto y volvían para cuidar las primerizas y orientar a los recién nacidos.

EN CUBA

Dentro de los siete mil 493 especies de insectos que habitan en la Mayor de las Antillas, los lepidópteros son el grupo más conocido y admirado por su belleza y capacidad de adaptación.
Debido a las migraciones, las mariposas disfrutan de una amplia distribución geográfica, un ejemplo significativo es la conocida especie nombrada Monarca, ella ha cruzado océanos buscando alimentos abrigo para sus larvas.
En Cuba se han reportado tres razas de esta especie procedentes de Norteamérica, Puerto Rico y Suramérica.
Según la Agencia de Medio Ambiente, en la isla, viven unas 200 especies de mariposas, de las cuales  18 son endémicas, sin embargo, aunque esta cifra parezca numerosa, realmente se pierde en comparación con las más de cien mil variedades que existen  en el planeta
Entre los ejemplares endémicos de la nación caribeña se encuentra la mariposa de la Avellaneda (Phoebis avellaneda), que radica en los bosques intrincados de la región oriental cubana y su nombre común lo ha recibido en honor al recuerdo imperecedero de la escritora y poetisa camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Estas, fueron inmortalizadas en dos sellos cubanos y se les reconoce por su particular belleza y tonos entre amarillo y naranja.
La Parides gundlachianus, también es endémica del país, y puede aparecer en las montañas y en las costas, en la parte este de Santiago de Cuba, Moa, Gran Piedra y escasamente en Pinar del Río.
Entre las especies foráneas que pueblan la isla, destaca la Heliconius charithonia o «cebra», declarada la mariposa oficial del estado de Florida (EE.UU.) en 1996, cuyas marcas distintivas en blanco y negro remiten al mamífero africano.
Ésta, se distribuye por toda América y el Caribe. Se encuentra en la parte sur de los Estados Unidos, incluyendo los estados Georgia, Virginia, Carolina del Norte y Carolina del Sur.
En América del Sur y Central, es visible  en México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador y Venezuela

UN SANTUARIO EN LA HABANA

En el corazón de la capital cubana hay un santuario para estas bellezas aladas, pues en la isla, 36 especies están en peligro de extinción, ya sea por el clima húmedo o por las campañas de fumigación para erradicar el mosquito aedes aegypty, agente transmisor de enfermedades como el dengue, zika y chikungunya.
El Jardín Quinta de los Molinos, en la céntrica Avenida Salvador Allende (antiguo Paseo de Carlos III), desde el siglo XIX es un centro de promoción de la naturaleza y la conciencia ambiental, pues en aquel entonces, ahí radicó el Jardín Botánico de La Habana.
En ese lugar actualmente está el primer y único Mariposario de  Cuba,  dedicado a la protección de estos insectos y su hábitat con dimensiones de 168 metros cuadrados y 15 plantas hospederas que podrían llegar a albergar a unas 20 especies.
Fue inaugurado en junio de 2015, impulsado por la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana y la Oficina del Historiador, ésta institución tiene a la Quinta de los Molinos como centro de varias expediciones turísticas del proyecto Rutas y Andares.
Según el profesor de la Facultad de Biología, Alejandro Barro, el fin del mariposario es proteger especies en peligro de extinción, pues se pondrían a convivir decenas de especies, cultivar sus pupas y regresarlas a zonas donde corren peligro de extinguirse, y así repoblar el país.
En la actualidad cuentan con siete especies comunes, entre ellas: la cebra, la Asia Moluste y la Danaus (Monarca), añadió el especialista, en declaraciones a la prensa cubana.
Advirtió que las fumigaciones en la ciudad por cuestiones de prevención de epidemias hacen mucho daño a los insectos.
En los lepidópteros, que tienen ciclos de vida relativamente largos (hasta dos meses), es muy pobre la capacidad de regenerar la población que ha sido afectada por una fumigación química a partir de los organismos que fueron resistentes a ella, explicó.
Las especies que se crían hoy en el mariposario de la Quinta no corren peligro de extinción y podrían ser una fuente de ingreso para el país, comentó el académico cubano.

PERSPECTIVAS

A criterio de  Barro, las mariposas constituyen un grupo de insectos que con excepción de las aves, son las más vistosas desde el punto de vista cromático y una de las más atractivas del reino animal.
En todo el mundo tienen un valor económico que Cuba no está explotando aún, a diferencia de otros países, en los que la venta de especies comunes genera dinero, indicó.
El biólogo explicó que los mariposarios son como los zoológicos, que sirven para el entretenimiento, la educación y la investigación, y hay miles en todo el planeta, algunos de gran renombre internacional, y para la isla, exportar estos insectos no supondría grandes inconvenientes.
«En países fríos no abundan las especies autóctonas. Por tanto, ellos necesitan normalmente comprar esos animales y Cuba podría beneficiarse económicamente de ello y, a la vez, adquirir otras especies», consideró.
Hay 19 países en el mundo que exportan mariposas y los principales líderes son Malasia, Filipinas Tailandia, Taiwán, Kenia, Madagascar y Costa Rica, el mayor exportador en Latinoamérica.
En 2014, la exportación de mariposas le generó a ese país ganancias por unos 2,2 millones de dólares y la industria creció considerablemente en los últimos años, de acuerdo con datos oficiales.
De manera general, los principales destinos de exportación son Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Canadá y México, donde el insecto es exhibido en zoológicos de ejemplares vivos, jardines con ambientes controlados o museos.
Pero más allá de las riquezas económicas que puedan reportar, las mariposas son adornos vivientes para las ciudades y en muchos casos, la evidencia de que el desarrollo sostenible, el progreso económico sin dañar al medio ambiente, es posible y se está logrando.
alb/bhq

* La autora es periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina

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